No hay otra manera de entender como un equipo sale a la cancha sabiendo perfectamente que es lo que tiene que hacer y sin siquiera probarlo en un solo entrenamiento. "¿Cómo va a jugar con un esquema que no probó nunca y en una Final como esta? Imposible" decía cualquier analista futbolero con absoluta lógica, pero a más de cuatro años de gestión, lo que ha logrado Gallardo en River va mucho más allá de los habituales ensayos previos a los partidos.
Y es verdad, nunca probó con Martínez Quarta en ningún día anterior al partido de ida, solamente le advirtió allá por el jueves que estuviese atento porque estaba pensando en él ante alguna variante repentina. Así fue.
Y no solamente habla bien del manejo del entrenador, sino que habla mejor de la inteligencia de un plantel de experiencia y trayectoria que perfectamente podría cuestionarlo ante los cambios de timón entre un partido y otro. El que juega, se esfuerza y el que no, apoya. Y no es chamuyo, apoya de verdad, comiéndose las palabras si tiene bronca por no estar o dándole aliento al que forma parte de los once, porque sabe que con este técnico, en cualquier momento vas a entrar y vas a ser tan importante como el más titular de todos.
A falta de un partido para lograr el máximo objetivo con el que soñó todo River desde enero, nadie sabe que es lo que puede pasar el 24, pero de lo único que se está seguro es que lo que haga, River lo hará convencido.
