A pocos días de haberse producido la Revolución de Mayo, y ya instalada en el Gobierno la Primera Junta, se crea el Ejército Argentino, sobre la base de los batallones preexistentes, consolidados en la lucha contra los ingleses y los indígenas. Así, se forman Regimientos de Patricios, Arribeños, Montañeses y Andaluces. Además, se ordena reestructurar la Caballería y la Artillería, heredadas del orden virreinal.
Durante sus años de gloria, el Ejército Argentino participó de la Guerra de Independencia, conquistando la libertad para la Argentina, Chile y Perú. Su organización definitiva como ejército permanente se consolidó durante la Guerra del Paraguay, que, a nuestro entender, Argentina no tendría que haber participado. Y su profesionalización se logró a comienzos del siglo XX.
Durante más de cien años, el Ejército no debió enfrentar enemigos externos y sus objetivos se fueron confundiendo con acciones políticas internas, llevando a cabo una serie de golpes de Estado entre 1930 y 1976. Durante la última dictadura militar, junto a las otras Fuerzas Armadas, participó de un periodo de persecución ideológica y condujo al país a la derrota en la Guerra de Malvinas, que fue insensata y estéril y solo rescatamos la valentía heroica de los jóvenes que fueron a defender y a pelear por nuestra tierra contra una potencia del mundo.
Desde 1983, con el advenimiento de la democracia, ha tratado de recuperar su honor, a través de misiones humanitarias. En los últimos años ha acompañado al Gobierno en actitud pacífica. De manera tal que podemos celebrar este 208° aniversario del Ejército Argentino con un único deseo: que NUNCA MÁS las Fuerzas Armadas se opongan a la voluntad popular, dando cumplimiento estricto a lo que expresa la Constitución.
Con este último deseo, celebramos el 209° aniversario del Ejército Argentino.
A su vez, se ha destacado en las misiones de paz en el marco de las Naciones Unidas, siendo reconocido internacionalmente por la calidad de sus acciones en beneficio de la paz.