Con un penal
agónico, Grecia logró el milagro y está en octavos
Con
goles de Andreas Samaris y Georgios Samaras, el conjunto de Fernando Santos
derrotó a Costa de Marfil.
Ganó
Grecia porque fue mejor, porque jugó el mejor partido de su participación en el
Mundial. Clasificó históricamente para la segunda ronda y dejó a Costa de
Marfil con la frustración de haber tenido todo para ser el protagonista y
haberlo cedido por inoperancia, desidia o, tal vez, subestimación del
adversario.
Había
mucho en juego pero en el comienzo del encuentro ninguno de los dos equipos
pareció darse cuenta. Costa de Marfil transitaba la tranquilidad de saber que
el empate lo transportaba a la otra ronda, más aún cuando Colombia le estaba
ganando a Japón. Grecia, que se había parado un poquito más adelante que en
otros partidos, no se terminaba de animar a atacar en serio. La cuestión es que
entre uno que insinuaba, pero no concretaba y el otro que no se animaba, el
partido se deslizaba hacia lo opiáceo.
Pero
fue tanta la desidia que mostraron los africanos, que Grecia se llegó a
preguntar que pasaba si arriesgaba. Y arriesgó y cuando arriesgó desnudó las
falencias del fondo verde. Ganaba Grecia impensadamente y ahora Costa de Marfil
tenía la obligación de salir a cambiar la historia.
Y
con ese ímpetu salieron los marfileños en el segundo tiempo, pero le dieron la
posibilidad a Grecia de hacer lo que mejor saben: esperar y contragolpear: Así,
entre las manos de Barry y el travesaño y los palos, le birlaron a los helenos
la posibilidad de liquidar el pleito. Y claro, no en vano Costa de Marfil tiene
las individualidades que tiene. En algún momento tenían que aparecer. Lo
hicieron en el momento que menos lo merecían para llegar a un empate que le
abría la chance de la segunda ronda. Pero la justicia llegó sobre el final,
como una obra del mejor suspenso de Hitchcok. El penal y Samarás escribieron
una nueva historia en este Mundial.
