Argentina le
ganó a Bélgica y se metió en semifinales después de 24 años
La
Selección Albiceleste se metió entre los cuatro mejores del Mundial tras
derrotar al elenco de Wilmots con un golazo del Pipita Higuaín.
Pasaron
24 años y otra vez Argentina está entre los cuatro primeros del mundo. Porque
Higuaín volvió a ser el Pipa, porque Messi fue el mejor Leo de la Play, porque
los centrales jugaron un gran partido, porque Mascherano es uno fantástico. La
Selección le ganó bien a Bélgica y ahora sueña con más.
Bélgica
hizo lo que todos esperan que haga. Los primeros 20, 25 minutos espera y espera
con ese 4-1-4-1 totalmente dinámico pero muy retrasado. Argentina, con Messi y
Di María arrolladores, se lo llevó puesto de arranque. Finos e incisivos se
mostraban amenazantes. Le faltaba que apareciera el goleador y esta vez no
falló. Messi lo corriÓ a Kompany, lo forzó al error y empezó a construir. Di
María se mostró como pase y aunque le salió mordida, el Pipa hizo el gol de goleador.
Argentina,
quizá, pensó que los belgas saldrían un poco más, que arriesgarían mucho.
Apenas se adelantaron unos cinco metros, suficientes para que la Selección
pudiera haber metido el segundo en esa gran asistencia de Messi a Di María.
Pero de ahí llegaría un golpe durísimo para cómo venía el partido y fue la
lesión del Fideo.
El
impacto se sintió unos minutos hasta que Enzo Pérez se acomodó. Pero si bien
hizo un buen partido, su aporte ofensivo, obviamente, no era el que mostraba Di
María. La figura de Higuaín empezó a crecer y jugó por éste y los cuatro
partidos anteriores. Inventó una contra solo contra el mundo y no merecía que
diera en el travesaño.
Físicamente,
el equipo se fue diluyendo. Lavezzi pedía a gritos el cambio mientras Biglia no
paraba de correr, Mascherano de ordenar y los centrales de sacar. Pero Bélgica
se hacía notar. Sin grandes llegadas, pero amenazante siempre. Messi inventaba
jugadas, provocaba foules y el resto aguantaba. Sufriendo un rato. Tanto como
para ver a un Leo terrenal perdiéndose el 2-0 contra un arquero al que no le
hizo nunca goles. Estar entre los cuatro mejores del mundo no iba ser sencillo,
valía la pena el esfuerzo.