Por Rodolfo Schweizer- Especial para El Ancasti – Julio 2019
Reconociendo que el cambio climático es el problema central que comparte toda la humanidad y que aún hay tiempo de hacer algo para evitar una catástrofe, las Naciones Unidas ha llamado a una reunión cumbre a través del secretario General, Antonio Gutiérrez, para el próximo 23 de septiembre en N. York. (https://www.un.org/en/climatechange/)
En ella se pretende que los países muestren sus ambiciones y qué están haciendo para sostener la transición hacia una nueva economía que se base en las nuevas condiciones impuestas por el cambio climático, a la luz de los Acuerdos de París de 2015, que todos firmaron. Con ello se espera generar un “momentum” para que todos, gobiernos, países, ciudades, empresas y sociedad en general se acomoden positivamente ante la nueva situación y se puedan lograr los objetivos de ese acuerdo.
La reunión se hace ante la desesperación que genera el hecho de que la generación de gases de invernadero sigue aumentando; que los últimos 4 años han sido los más calientes de la historia; que la temperatura en el Artico y la Antártida sigue aumentando; que los mares siguen subiendo y que ya se empezaron a notar impactos en la salud, la agricultura y otras áreas que pueden comprometer la cadena alimenticia de la humanidad.
El Secretario General quiere que el 23 de septiembre los líderes mundiales lleguen con planes concretos y realistas que aseguren en sus propios países el logro de sus comprometidas contribuciones para el 2030, las cuales deben asegurar una reducción de la generación de gases de invernadero en un 45% para ese año y llevar a cero la emisión para el 2050. Con ello se quiere lograr que el aumento de temperatura de aquí a 2100 no supere los 1,5°C con relación a la era preindustrial (hasta ahora ya llevamos 0,7°C).
Por eso, dado que la planificación de los países se da en términos de 10 años, más o menos, es que si en 2030 la emisión de gases de invernadero debe reducirse en un 45%, es necesario que para 2020 cada país tenga delineado los planes de cómo lograrlo. Eso es lo que quiere el Sr. Guterrez.
En efecto, según el científico Hans Joachim Schellnhuber, fundador y director emérito del Postdam Climate Institute , los pasos políticos para hacer efectivo el corte de la emisión de carbono a la atmósfera tienen que estar implementados, como máximo, para fines del año que viene, 2020, no 2030.
Según este científico, “el modelo matemático es brutalmente claro: Mientras el planeta puede ser salvado en los siguientes pocos años, él puede, sin embargo, ser fatalmente herido por la negligencia hasta 2020” (BBC, 27/07/2019). Por lo tanto, no hay 12 años de plazo para salvar el planeta, sino 18 meses para empezar a cumplirlo.
La urgencia de este nuevo ultimátum dado por la ciencia a este tema, ha generado una nueva expectativa en una Europa desesperada por la lentitud en la implementación de los Acuerdos de París de 2015.
Hoy, 2019, la realidad es que, como van las cosas, se cree que el aumento será de 3°C para 2100, no 1,5°C.
Esta decisión de Naciones Unidas posiblemente haya recibido su impulso final después de la ola de calor en toda Europa que, obviamente ha exacerbado los ánimos dada la correlación entre el cambio climático y ese fenómeno puntual. Aclaremos aquí que, si bien no se puede ligar un evento puntual como una ola de calor o una ola de frío al cambio climático, sí está demostrado que el cambio climático favorece con su dinámica la ocurrencia de eventos puntuales.
Los datos científicos demuestran que las olas de calor son ahora más frecuentes que en el pasado. Como lo demuestra el Postdam Institute de Alemania, desde el año 1500 a la fecha los 5 veranos más calientes de la historia se produjeron en este siglo 21.
Como era de esperar, la ola de calor actual en Europa ha puesto en la mesa el tema del cambio climático, alarmando a la sociedad y los gobiernos. Ciudades como Londres han experimentado 39°C, superando el record de 38°C de 2003. Los trenes ingleses suspendieron sus servicios ante la posibilidad de que las vías se combaran por la dilatación y causaran accidentes ferroviarios.
Al resto de Europa no le fue mejor. Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo vieron records de temperaturas de 40°C y aun de 42°C. Como es costumbre, españoles y portugueses experimentaron los consabidos incendios forestales. No en vano, en Francia se han tomado medidas extremas para evitar la repetición del desastre de la ola de calor de Agosto de 2003, que causó 15.000 fallecimientos.
El ejemplo extremo de las altas temperaturas se puede apreciar en estos días en Holanda, donde se tuvo que regar un puente metálico gigantesco en el puerto de Roterdam para evitar su colapso por sobrecalentamiento, mientras que trenes internacionales como el Eurostar y otros ramales dejaron de funcionar, atrapando a sus pasajeros, en algunos casos en túneles. Esto sin contar que ríos como el Rin o el Danubio tuvieron que interrumpir el tráfico marítimo.
La reunión cumbre de septiembre será seguida por otra en Chile, el COP25 (Diciembre 2-13, 2019), con la intención de seguir impulsando el proceso de reducir la emisión de carbón a la atmósfera y el COP 26, posiblemente en Londres a finales de 2020, un evento que pondrá a prueba la voluntad de la Inglaterra del post-brexit para contribuir en la lucha para enfrentar el cambio climático.
Problemas
La lucha contra el cambio climático tiene sus pros y sus contras.
Por un lado, la concientización acerca del problema del calentamiento global va ganando tracción en todo el mundo. En Suecia la adolescente activista Greta Thunberg inició un movimiento huelguístico en su escuela secundaria para reclamar ante el parlamento sueco acciones concretas para frenar el proceso de calentamiento global. Su iniciativa fue adoptada por otros jóvenes en diferentes países inmediatamente. Producto de su accionar es un movimiento internacional que tomó forma en Noviembre de 2018 y que el 15 de marzo de este año concretó una huelga de 1.400.000 estudiantes secundarios en 112 países. Ellos reclamaron acciones concretas de sus propios gobiernos para enfrentar el problema.
En EE.UU. ha resurgido a su vez la idea de los años 70 de lograr un “Green New Deal”, o sea un nuevo gran cambio social y económico, esta vez basado en el respeto a la naturaleza. De allí el “green”, o verde. La idea del “New Deal” es tomada de Franklin D. Roosevelt, quien allá por 1930, durante la Gran Depresión, ideó y creó un plan económico basado en estímulos estatales y obras públicas para crear un nueva economía y una nueva sociedad.
Lo que se plantea ahora en esta nueva adaptación del eslogan es algo similar: superar los problemas sociales adoptando medidas que no deterioren el medio ambiente en el cual la comunidad vive. Un ejemplo es el uso de energías limpias que detengan la contaminación y el peligro implicado en el calentamiento global, suprimiendo la emisión de carbono a la atmósfera. No en vano la diputada Alexandria Ocasio Cortez, autora junto a otros del proyecto, ha convocado el odio de Donald Trump y las corporaciones petroleras.
A esto se suma la presión de la Alianza de las Pequeñas Islas Estado en Naciones Unidas, amenazadas por su lisa y llana desaparición con la elevación del nivel del mar a causa del derretimiento del hielo en el Artico y la Antártida.
Pero a nivel planetario se tienen otros problemas que afectan a todos. Ahí está la revelación de que más de un millón de especies animales y vegetales están amenazadas de extinción por efecto del calentamiento global. El último reporte de IPBES (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES), resume lo que ha pasado en estos últimos 50 años con las especies animales y vegetales, como producto de la interacción promovida por el desarrollo económico y la naturaleza en el mundo. (https://www.ipbes.net/news/Media-Release-Global-Assessment)
Este reporte es un documento preparado por 150 expertos de 50 países diferentes, con aportes de otros 310 autores. En él se informa que desde 1890 a la fecha, la emisión de gases de invernadero se ha duplicado, elevando la temperatura promedio del planeta al menos en 0,7°C. Según se dice, ese cambio climático ha impactado en la naturaleza, desde los ecosistemas a la genética, impactos que se agravarán en las próximas décadas.
Basado en la revisión de 15.000 fuentes científicas y gubernamentales, el reporte informa que más de un millón de especies animales y plantas están en peligro de extinción, algunas dentro de pocas décadas. Remarcando nuestra responsabilidad, se remarca que esto nunca pasó en la historia de la humanidad. Para ver qué se puede hacer al respecto, el año que viene se reúne en China tal panel intergubernamental.
Por otro lado, algunos países clave en la lucha contra el calentamiento global han dado marcha atrás. Tal el caso de EE.UU., donde para 2020 Donald Trump prometió sacar a EE.UU. de los Acuerdos de París.
Como si esto fuera poco, el año que viene Inglaterra y Europa estarán sumidas en las consecuencias del post Brexit.
Que la cosas no están claras se demostró en diciembre del 2018 cuando EE.UU, Rusia, Arabia Saudita y Kuwait bloquearon en Polonia, en la reunión G24 del IPCC -Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático- (Intergovernmental Panel on Climate Change) de las Naciones Unidas, la introducción de un documento científico que afirmaba que el mundo estaba completamente fuera de carril para lograr una disminución del 45% de los gases de invernadero en 2030 y que esa situación lo llevaría a llegar a los 3°C de aumento de temperatura en 2100, en vez de los 1,5°C como se proponía.
Sin embargo, la nota más triste a esta situación la pone la mala suerte que corre la Amazonia bajo las políticas anti ambientales del nuevo presidente de Brasil, el ex capitán Bolsonaro. Según el diario New York Times informa en su primera página este pasado 28 de julio, el nuevo presidente ha dado por tierra con unos 20 años de una política preservacionista que había protegido a ese pulmón del planeta de las ambiciones de mineros, sojeros, ganaderos, traficantes de maderas exóticas, cazadores furtivos, traficantes de plantas medicinales, agresores de tribus indígenas, etc., dispuestos a ganar dinero a cualquier costo, caiga quien caiga.
Ahora, el Sr. Bolsonaro, él mismo un violador de leyes ambientales y no pagador de multas según el NYT, declaró que la Amazonia era un obstáculo para el crecimiento económico de Brasil y la abrió a la explotación comercial. Así, en 5 meses desde que subió a la presidencia, ya se han deforestado 3,445 Km2, un 39% de aumento con respecto a igual periodo del año pasado.
En junio/2019 solamente se aumentó un 80% el talado de árboles en comparación de junio/2018. Mientras, las multas han desaparecido y las agencias de gobierno que tenían a su cargo el control de la Amazonia han cesado de existir o se las ha tornado inefectivas sacándoles los fondos (24% menos a la agencia a cargo de proteger el medio ambiente)
En coincidencia con la tendencia actual de gobiernos autocalificados de “nacionalistas” para esconder su atracción al autoritarismo, el presidente declaró, según el NYT, que el tema de la Amazonia es estrictamente brasileño y que el mundo no debe involucrarse: “La Amazonia es nuestra, no de ustedes”, les contestóo a los periodistas europeos. Peor aún, su jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni, les advirtió a los corresponsales europeos que “no se metan con nosotros”, advirtiendo que Brasil no va a permitir que se relativice su soberanía sobre la Amazonia, tal como algunas organizaciones no gubernamentales parecen sugerir.
Esta bravuconada desubicada en tiempos de la globalización, disgustó a los gobiernos europeos, que ahora ponen en tela de juicio el acuerdo Mercosur-Unión Europea, que, obviamente, nos toca de cerca, suponiendo que sea real. Para Gerd Müller, ministro alemán de cooperación y desarrollo, proteger la Amazonia es un imperativo global, especialmente por su contribución en absorber el dióxido de carbono de la atmósfera y fijarlo en la tierra, una acción natural y fundamental para evitar o mitigar el calentamiento global. Por lo pronto, ya Bolsonaro posiblemente no reciba los 1.300 millones de dólares que Alemania y Noruega ponen para preservar la Amazonia.
La agenda de la cumbre
Según se informa en su página web ( https://www.un.org/en/climatechange/un-climate-summit-2019.shtml), los puntos a tratar, si bien son varios, muchos son dignos de consideración en nuestra realidad. Por lo pronto, sin que estos sean los únicos, los siguientes merecen nuestra atención porque podrían aplicarse a Catamarca.
Transición energética: Acelerar el cambio de fósil a renovables. Como lo demuestra el parque solar de Saujil la provincia tiene un enorme potencial fotovoltaico. Pero ello no se puede concretar a nivel provincial si no se construye infraestructura para transmitir la energía generada en los paneles y hacerla accesible al consumo. El tope de la Sierra de Ancasti, por ejemplo, por su dimensión y llanura puede alojar cientos de miles de paneles solares que pueden aliviar la dependencia del sistema nacional interconectado en Recreo, al menos entre las 9:00 AM y las 3:00PM, que es el periodo de generación de tal sistema. Ni hablar si se construyera un sistema de almacenamiento, por ahora prohibitivo.
Soluciones naturales: Reducir las emisiones incrementando la capacidad de absorción del dióxido de carbono y su retención en el suelo. Ello se lograría plantando árboles; miles de ellos. Así de simple. ¿Por qué no hacerlo? Recordamos con nostalgia a algunos investigadores de la UNCa en los años 80 y sus cientos de plantines de algarrobo, destinados al Salar de Pipanaco, por entonces devastado por algunos fabricantes de muebles y con el fin de mitigar su deterioro.
Acciones locales: Reducir o mitigar la pérdida de aislamiento térmico en edificios, transporte e infraestructura urbana. Catamarca tiene un inmenso yacimiento de piedra pómez en Fiambalá que, hasta donde sabemos, nunca se explotó a nivel industrial. Esos estudios se hicieron en la UNCa a fines de los años 80. ¿Por qué no incorporar ese material refractario en ladrillos, bloques, etc., para garantizar una mejora en el aislamiento térmico de una vivienda?
No quisiéramos terminar sin referirnos al tema agrícola de nuestra provincia. Es harto sabido que el cambio climático alterará los cultivos, el ritmo de maduración y cosecha, el ciclo de lluvias, la disponibilidad de agua, la aparición de nuevas plagas, la desaparición de otras, lo mismo con las enfermedades. Catamarca tiene recursos de sobra para acometer estos estudios. ¿Por qué no organizar una Secretaría de Estado que se ocupe de estos temas?
Finalmente, al margen de la propuesta por la cumbre de Naciones Unidas, resta mencionar la necesidad de la acción personal y voluntaria para generar un cambio que permita adelantarnos a las consecuencias del cambio climático. Dado que el fenómeno abarca, en sus consecuencias, todos los campos de la actividad personal y social, confrontarlo demanda la cooperación de todos.
¿Por qué no auto convocarse en nombre de un ideal tan noble como tratar de salvar nuestra casa: nuestro planeta?
El Ancasti
