Hasta ahora, los reclamos por los faltantes de vacunas eran sobre todo de padres que concurrían a los distintos centros de vacunación y se encontraban con esa realidad. En Catamarca, por ejemplo, por esa vía extraoficial se supo el mes pasado que no había vacunas antimeningococo y las de Virus de Papiloma Humano (VPH). Al cabo de unos días, las primeras llegaron, pero las otras no.
Probablemente las quejas por el desabastecimiento sean bastante comunes en los últimos tiempos en las gestiones que cotidianamente se hacen ante el Ministerio de Salud de la Nación, que tiene la responsabilidad de distribuirlas entre las provincias. Es decir, por canales internos y quizás informales de comunicación.
La novedad es que en estos días la denuncia por el faltante de vacunas de distintos tipos adquirió visos de formalidad. Jefes de los Programas Provinciales de Inmunizaciones, entre ellas la responsable de Catamarca, redactaron una dura carta que enviaron a los ministros de Salud de las distintas provincias de la Argentina.
En el documento se deja sentado que existe una “profunda preocupación” por el desabastecimiento de vacunas. Y recuerdan asimismo que durante el año pasado las distintas jurisdicciones no contaron con “las dosis planificadas para cumplir con la vacunación antimeningocócica cuadrivalente de los niños de 3 y 5 meses y de los adolescentes de 11 años”. Según denuncian, por este motivo en muchas de las provincias argentinas directamente no se llevó a cabo el operativo de vacunación en este grupo etario.
Se trata de una situación muy delicada que no se limita a la vacuna contra la meningitis, sino también a la triple viral, la vacuna contra la Hepatitis B, contra el Virus del Papiloma Humano, contra rotavirus, la antirrábica, y la Sabin bivalente, entre otras.
Al parecer, según la misiva, no solo escasean las vacunas, sino también agujas y jeringas, sobre todo durante 2017.
No hace falta argumentar demasiado para comprender la envergadura del problema de salud pública que implica la falta de vacunas, fundamentalmente en un contexto de brotes de enfermedades prevenibles mediante inmunizaciones en países vecinos. A lo que debe sumarse, como un elemento preocupante más, la aparición del primer caso autóctono de sarampión en lo que va del siglo. Si bien se trata de una nena que, por su corta edad, no debía ser vacunada, se presume que se puede haber contagiado de una persona de la Argentina que no estaba vacunada.
Habrá que ver que hacen los ministros provinciales que recibieron esta carta que expresa de manera cruda la preocupación por el desabastecimiento de vacunas. Sobre todo porque los responsables del programa de inmunizaciones no elevan meramente un informe o trazan un diagnóstico: lo que están pidiendo en realidad es que los ministros provinciales hagan algo. Es decir, gestiones formales, conjuntas y enfáticas ante el Ministerio nacional a los fines de que se instrumenten soluciones concretas a lo que consideran “una situación de vulnerabilidad epidemiológica grave”.
El Ancasti
