El misterio del “hombre
de la máscara de hierro”
Un equipo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet, realizó el descubrimiento en Bordo Marcial, un espacio arqueológico ubicado en el Valle del Cajón, Catamarca, a la vera de la Cordillera de los Andes.
Una investigación de la UBA y el Conicet encontró una máscara de cobre en nuestra provincia. El descubrimiento de 3 mil años de antigüedad, una “máscara de hierro”, o mejor dicho de bronce, está cambiando una parte importante de la historia regional.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet, realizó el descubrimiento en Bordo Marcial, un espacio arqueológico ubicado en el Valle del Cajón, Catamarca, a la vera de la Cordillera de los Andes.
La máscara, de cobre rectangular, posee unos 3000 años de edad, por lo que se convirtió en uno de los objetos metálicos de origen humano más antiguos de América del Sur y pone en duda la hasta ahora aprobada teoría de que los trabajos en metal en esta parte del mundo se originaron en Perú.
“Aunque el noroeste de Argentina ha sido considerado como 'el centro de la producción' de estaño-bronce en los Andes prehistóricos y en el foco inicial de la producción del cobre arsenical, las discusiones sobre los orígenes de la metalurgia andina suelen descuidar gran parte de la evidencia arqueológica más antigua del noroeste de Argentina y el norte de Chile”, explicaron Leticia Inés Cortés y María Cristina Scattolin, autoras del trabajo.
La careta posee agujeros en las posiciones de ojos, nariz y boca, con pequeñas aberturas a cada lado, por lo que se podría haber utilizado para sujetarla a través de una cuerda. Es de aproximadamente 18 centímetros de largo por 15 milímetros de ancho y 1 centímetro de espesor.
Los resultados mostraron que la máscara de Bordo Marcial fue hecha de cobre (con una impureza inferior al 1 por ciento), probablemente usando minerales de las Minas de Capillitas (Andalgalá), que se encuentra a 70 kilómetros del sitio arqueológico, por lo que estiman que se produjo en el área y para realizarla, las investigadoras dijeron que alguien golpeó el metal mientras se enfriaba, luego de haberlo calentado. De acuerdo a la historia oficial actual, la producción de la metalurgia precolombina en América del Sur se desarrolló por primera vez a los pies de los Andes, con Perú como eje central de la producción, aunque el hallazgo de Bordo Marcial podrían ser la primera piedra de un cambio de paradigma. “El descubrimiento de una máscara de cobre antropomórfico que data de 3000 años AP (Antes del Presente) llevó a los autores a discutir, que tanto Cajón como las zonas aledañas fueron un lugar importante para la experimentación temprana con metales”, agregaron. La excavación del sitio además reveló un enterramiento colectivo de al menos 14 personas y tanto ellos, como la máscara, fueron expuestos a la lluvia durante las temporadas de verano, por lo que los huesos se mezclaron entre sí, dejando a la máscara en la parte superior de una esquina de la pila.
Sobre la base de esta evidencia, los investigadores sugieren que el desarrollo metalúrgico en Argentina surgió al mismo tiempo que en Perú. Como referencia para esta afirmación tomaron los objetos de oro -estimadas en 4.000 años de antigüedad- que fueron hallados en el sur de Perú, en febrero de 2008, y otras piezas de bronce, que dataron con 1000 a.C. Sin embargo, en aquella oportunidad los expertos explicaron que no estaban seguros de si los objetos se originaron allí o si fueron transportados.
“Esta datación empuja hacia atrás la línea de tiempo para la producción de un artefacto de cobre de forma intencional en los Andes. Es una prueba de como los valles del noroeste argentino y el norte de Chile fueron un centro de producción de cobre. Estos datos son esenciales para cualquier narrativa que busque entender la aparición de la metalurgia andina”, explicaron.
Finalmente, cerca del lugar, también encontraron un segundo lugar de enterramiento, con los restos de un niño de ocho a 12 años de edad, que también dataron con 3.000 años de antigüedad. El niño tenía una piedra tallada y un colgante de cobre, con un pequeño agujero en la parte superior.
Además, tiene una perforación cerca del ojo izquierdo, que propició al estar a la intemperie, que la pieza se fracture en cuatro partes. Para protegerla, los arqueólogos decidieron dejar esta capa de corrosión, para no alterar aún más su fragilidad.