A los 100 años,
murió Juanita Vaccaroni
Juanita Clotilde Vaccaroni de Soria es la primera abogada de la historia, desarrolló una activa vida social y política. Tenía 100 años.
Con una trayectoria inmensa dejó su huella en Catamarca. En su momento, el Concejo Deliberante la declaró Ciudadana Ilustre de San Fernando del Valle de Catamarca.
Era Abogada, Procuradora, Presidente de la Corte de Justicia y legisladora, y además cosechó múltiples reconocimientos.
En junio del año pasado celebró 100 años y en pocos días iba a celebrar su cumpleaños.
En una charla con Revista Express, recordó que nació en Miraflores, departamento Capayán, a 18 kilómetros de la Capital. A los 16 años, egresó de la escuela Normal Clara J. Armstrong con el título de docente "porque había conseguido una partida de nacimiento falsa en Huillapima”. Sin embargo, para poder empezar la cursar la carrera de Abogacía, debía tener el título de Bachiller y, para ello, tenía que estudiar inglés. "Tuve que estudiar italiano, que me enseñó mi papá. Estudié inglés con Harold Stacey que era un pastor protestante; en la calle Maipú tenía una sede. También me enseñó inglés el profesor Sainte Claire, en el Colegio Nacional”, contó.
Trayectoria
Para tomar real dimensión de lo que significaba una mujer en ámbitos judiciales en la Argentina de 1900, alcanzará con recordar que a la primera que se recibió en el país no le permitían ejercer, tal era el escándalo.
La sociedad de la época no admitía otro lugar para las damas que el hogar, atendiendo a los niños, bordando y cosiendo. Imaginarlas litigando, participando de un juicio penal, inmiscuidas en asuntos comerciales... era una locura.
María Angélica Barreda fue la primera del país, y la dejaron estudiar y recibirse, pero se negaron oficialmente a matricularla.
"¿Por qué, si me permitieron cursar todos los estudios y me acordaron el diploma de abogada, no puedo ganarme el pan con la profesión que tanto me costó adquirir? Mi diploma está firmado por Joaquín V. González y Rodolfo Rivarola”. Así se expresaba Barreda, quien debió llevar el caso a la Justicia porque le denegaron el permiso para ejercer.
Debió luchar, pero ganó el caso, y ejercería durante más de 40 años.
Vaccaroni no encontró un ambiente tan hostil en Catamarca. En primer lugar, porque habían transcurrido varios años desde el caso María Barreda. Luego porque su caso provocó admiración: había sido una estudiante modelo. Y fundamentalmente porque apenas recibida ingresó al Poder Judicial, por contactos familiares, tras un breve paso por Casa de Gobierno en épocas de intervención federal en la provincia.
Había concluido precozmente sus estudios medios recibiéndose como docente, según confesaba ella misma, anotándose con un certificado de nacimiento trucho que consiguió en Huillapima. A los 16 era maestra recibida y a los 24 ya era abogada.
Su padre le allanó el ingreso laboral, y desde allí inició una carrera impactante, que la llevó de la función de secretaria de Juzgado, Defensora General y Procuradora, a ser la segunda jueza del país, y más tarde Presidenta de la Corte de Justicia.
Luego de esa etapa se retiró durante varios años de la actividad pública, hasta que fue redescubierta por la dirigencia política, y reapareció con más de 70 años para ocupar una banca en Legislatura provincial.
Política
El Frente Cívico la ubicó como cabeza de lista y su nombre alcanzó para asegurar un fuerte caudal de votos: completaría dos períodos como legisladora.
En esos años, la figura de Juanita alcanzó un reconocimiento casi unánime. Con su aspecto propio de señora mayor, pero a la vez sonriente, amable, lúcida y vital, acaparó una enorme cantidad de premios y reconocimientos, al tiempo que se involucraba cada vez con más fuerza en la vida política provincial.
Fue así que a los 82 años, con gran coraje y firmes convicciones, decidió saltar a la arena partidaria y pelear directamente por la Gobernación de Catamarca. Lo hizo integrando el ahora desaparecido pero entonces interesante espacio del Frente del País Solidario (Frepaso).
Desde allí, asumió una postura ácida en la que repartió críticas hacia las dos fuerzas tradicionales sin ningún complejo.
Miraba al Partido Justicialista y aseguraba: "Ramón Saadi tuvo un gobierno muy desordenado, abusivo. Tiene la virtud de que se da mucho con la gente pobre, pero también tiene la dádiva accesible”.
Miraba a la Unión Cívica Radical y afirmaba: "Los votos de Oscar son herencia del padre. En todos los años que estuvo de diputado nacional, no ha hecho absolutamente nada y se han conocido algunos datos de algunas cosas non sanctas”.
Claro, Ramón Saadi y Oscar Castillo eran los protagonistas de la polarización de los 90. Y Juanita, que los doblaba en edad, los tachaba sin dudar: "Ramón Saadi y Oscar Castillo han dilapidado la herencia política de sus padres”.
No tenía estructura real para competir con ellos, pero tenía una estatura que le permitía hablar así, y pocos se atrevían a responderle. Era difícil descalificar a una mujer con pergaminos que incluían en el currículum 17 años como miembro de la Corte de Justicia provincial, desde 1956 hasta 1972.
Finales
Detrás de esa aventura política, su presencia protagónica en la escena provincial empezó a apagarse, y paulatinamente se retiró para dedicar sus últimos años a la familia, aunque no dejaría jamás de recibir reconocimientos.
Juanita Vaccaroni dejó una impronta innegable en Catamarca, y será ineludible su mención cuando se escriba la historia de las catamarqueñas que fueron pioneras en sus profesiones.