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Carta Al Director

Escrito por Agenciadenoticiaselnevado el jueves, 22 de septiembre de 2016 | 9:58 a.m.

Andalgalá no será otro Jáchal

Señor Director:

Los cuestionamientos políticos y jurídicos a nuestra ordenanza que prohíbe el uso, para la megaminería a cielo abierto, de las aguas del pequeño único río del que vivimos en Andalgalá no tienen en cuenta la cuestión central: la ordenanza defiende la protección de la biodiversidad, el uso del agua para nosotros y las futuras generaciones, que son nuestros hijos y nietos.



Este es el tema crucial y así lo dicen dos fallos judiciales de diversa envergadura, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Dres. Lorenzetti, Nolasco y Maqueda más Gils Carbó), quienes consideraron que la Justicia debiera considerar precautoriamente el posible daño ambiental expresando que debiera dictarse nueva sentencia en el amparo presentado por vecinos y el reciente del Juzgado de Garantías de Andalgalá del Dr. Cecenarro que directamente suspende toda actividad minera en el nevado del Aconquija. Ese nevado que nuestra carta orgánica designa como "Santuario de la naturaleza”, por lo tanto intocable, ya que no solo es belleza natural sino que genera toda el agua que utilizamos las personas, animales y plantas, es lo que nos hace competentes como concejales para dictar esta y cualquier ordenanza que involucre a los habitantes de nuestro municipio.


Si los órganos judiciales, que es por donde transitan los informes técnicos y administrativos de la empresa minera del proyecto Agua Rica, de la Secretaría de Minería, de Medio ambiente, Salud Pública, y la Municipalidad de Andalgalá, entre otros, toman estas drásticas medidas, es decir dictan estas sentencias, lo menos que debemos hacer los funcionarios andalgalenses es ocuparnos del tema en serio, ponernos los pantalones largos y decidir en conjunto la defensa de nuestra ciudad y municipio.


Dicho esto, hay un segundo análisis: el político- social, y aquí el enfoque es distinto, como también es distinto lo que piensan las personas que no están de acuerdo con la minería.


Existen antimineros "ambientalistas” que sostienen que la minería es inviable porque destruye la vida y, en consecuencia, dicha actividad es incompatible con cualquier otra, sea productiva, turística, etc., afirman sin muchos fundamentos científicos que el agua está contaminada y que las enfermedades se han incrementado por la actividad cuestionada.


Estos grupos son los que se hacen escuchar, y como consecuencia de ello, los políticos que no viven en Andalgalá, creen que son los únicos que están en contra de la minería y como son una minoría los subestiman.


Pero hay otra realidad, que se refleja en los miles de andalgalenses que no están de acuerdo con este tipo de explotación minera que venimos sufriendo desde hace años, son los antimineros "económicos”, son los que no se han visto beneficiados por la actividad, son los que "la ven pasar” y los que indudablemente se manifestaron en las últimas elecciones.


Esta gran mayoría de andalgalenses esperaba, como todos los que vivimos aquí, otra cosa de la gran minería, un desarrollo que generara trabajo, caminos, soluciones para los problemas de agua, de energía, que pusiera en marcha el aparato productivo de la zona, el desarrollo de los campos en los distritos, especialmente la colonización de Huaco donde hay 1.200 hectáreas expropiadas por la Provincia con pruebas de extracción de agua por bombeo desde los años 70 y aún no se hizo camino, ni adjudicación, ni electrificación y tantos anhelos de nuestros vecinos.



Sin licencia social


Lamentablemente, esta es la realidad que vivimos. Las diferentes gestiones provinciales y nacionales no llevaron adelante obras porque Andalgalá estaba salvada con la minería. Y de las empresas mineras ni hablar; solo vienen a hacer su negocio al menor costo y tiempo posible, no tienen patria, casa o familia.


Lo más palpable que dejó la minería son los conflictos sociales, unos propios y otros creados y pagados desde Buenos Aires, las familias y amigos divididos por este tema, porque el negocio de muchos fue separarnos como pueblo para que las verdaderas cuestiones que nos deben preocupar y en la que las grandes mayorías estarían de acuerdo no se discutan. De este modo nos ubicaron en una vereda o en la otra, lo que impidió durante todos estos años que nuestro pueblo se exprese y plantee qué tipo de minería quiere, con qué condiciones, con qué beneficios, con qué controles, que nos brinden las explicaciones técnicas que la mayoría quiere escuchar y entender, que traten de convencer a la gente, no con prebendas y dádivas, sino con datos científicos serios de cómo se puede desarrollar una minería controlada y sin riesgos para nosotros y nuestros hijos que ya no quieren vivir acá.


Si todas estas cuestiones no se materializan, indudablemente el consentimiento social indispensable para la explotación minera no existirá, y no porque seamos ignorantes o incoherentes como dicen nuestros amigos funcionarios que viven cómodamente en la Capital, sino porque vivimos y viviremos siempre acá.


No estuve ni estoy en contra de la minería, la mayoría creemos en una minería sustentable, pero Agua Rica y Filo Colorado no es lo mismo que Alumbrera, Durazno, Salar del Hombre Muerto u otros yacimientos. Esos dos yacimientos están sobre nuestras cabezas, a 17 km sobre el norte alto de la ciudad, utilizan el agua que consumimos en Andalgalá, drenan sobre Andalgalá y sacan los metales con explosiones diarias sobre el cerro nevado ubicado en el balcón de nuestra ciudad, donde estaría colocado el dique de cola contaminado por cientos de años. Ese hecho fáctico que está plasmado en el informe de impacto ambiental de la empresa no da margen de error. La Provincia nunca puede aprobar este proyecto minero como está planteado, menos aún ser su socio en detrimento de Andalgalá.



Héctor Gustavo Álvarez

DNI 13.096.918


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