Un chico de 12 años
murió mientras practicaba parkour
El hecho ocurrió el viernes en la capital pampeana y terminó con el menor muerto.
Un chico de 12 años cayó de la torre de un viejo molino mientras practicaba parkour, una disciplina que consiste en moverse con pasos, saltos y acrobacias sobre todo tipo de superficies.
El edificio está administrado por la Municipalidad de Santa Rosa, que lo había comprado para reciclarlo y abrir allí un centro cultural y un mercado comunitario.
La víctima es Pablo Damián Bruno. Según pudo reconstruir la investigación y el informe de las propias autoridades municipales, el chico había llegado al lugar en una bicicleta azul entre las 13.30 y las 14 del viernes. De repente, el cuidador del lugar escuchó un ruido y vio al adolescente en una parte alta del edificio del ex molino Werner.
"Escuchó un ruido y vio a un pibe colgado de una cornisa. Le dijo que se bajara. Como no le hizo caso, empezó a subir las escaleras. Escuchó otro ruido, de chapas y de palomas volando. Y después vio afuera el cuerpo caído del chico", explicó el director de Cultura Miguel García, a cargo del lugar. Luego comprobó que el chico cayó, primero a un cornisa y después al piso, desde 15 metros de altura.
El parkour es una práctica urbana en la que el deportista se desplaza en cualquier entorno, como construcciones, muros y escaleras, utilizando solamente el cuerpo.
El edificio donde ocurrió la tragedia es del ex molino Werner, una planta que en las décadas de 1950 y 1960 fue una de las más grandes del país. Cerró en los años '80, aunque fue comprada por la firma Morixe. Después fue adquirida por la Caja de Previsión Profesional.
Hace dos años, la actual gestión municipal, a cargo de Luis Larrañaga, la compró con la idea de reciclar el edificio para instalar un centro cultural y un mercado concentrador. El empresario Alberto Samid había ofrecido un proyecto para abrir allí una sucursal del Mercado Central. Aunque la iniciativa avanzó, los cruces políticos dejaron sin financiamiento el proyecto, que hace unos meses estaba paralizado.
Aunque el edificio estaba custodiado, tenia muchos lugares de acceso que los adolescentes y jóvenes franqueaban para recorrer el lugar y realizar selfies y fotos en las cornisas y la torre.
El Ancasti
