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El Fantasma

Escrito por Agenciadenoticiaselnevado el jueves, 5 de marzo de 2015 | 9:23 a.m.

El fantasma de la “colimba”

El Servicio Militar Obligatorio fue suprimido durante el gobierno de Carlos Menem luego de la muerte del conscripto Omar.... 

El Servicio Militar Obligatorio fue suprimido durante el gobierno de Carlos Menem luego de la muerte del conscripto Omar Carrasco, en 1993. 

En los cuarteles del Grupo de Artillería 16 de la localidad de Zapala, en Neuquén, fue sometido a un duro castigo por parte de sus superiores del Ejército, golpiza que le causó la muerte.Se trató de un caso extremo de prácticas arbitrarias que eran comunes en el servicio militar. Una de esas prácticas era el denominado "baile”, que consistía en someter a los conscriptos a duras rutinas de ejercicios físicos, que excedían la capacidad de resistencia de los soldados, provocándoles secuelas, algunas de ellas graves. 



El fantasma de aquellos abusos parece sobrevolar, según pudo saberse, en el entrenamiento de aspirantes -45 varones y 21 mujeres-a ingresar a la Escuela de Cadetes y convertirse en policías. Según denunciaron, el pasado lunes fueron obligados a realizar, por parte de un grupo de cadetes e instructores, muy exigentes trabajos físicos. Luego de un duro entrenamiento que duró una hora sin parar, un grupo de aspirantes debió trotar desde la localidad de Las Pirquitas hasta Pomancillo Oeste, recorriendo una distancia de aproximadamente cinco kilómetros. 



Siempre de acuerdo con la versión de los denunciantes, después del entrenamiento la mitad de los aspirantes fue obligada a firmar la baja "voluntaria” porque supuestamente no habían alcanzado los objetivos trazados en función de la preparación física.La versión del director de Institutos Policiales, Orlando Quevedo, relativizó la gravedad de las denuncias, y prefirió respaldarse en lo señalado por los instructores, que negaron el hecho. 



Sin embargo, hay elementos para suponer que efectivamente el "baile” existió, al punto que algunos de los jóvenes fueron hospitalizados por padecer una serie de descompensaciones.No cabe duda que en la formación de un aspirante a policía la preparación física es un aspecto central. 



Pero los "bailes” se asemejan más a un castigo o un motivo de divertimento de los instructores a costa del padecimiento de los futuros cadetes, que a un entrenamiento o a una evaluación para medir la resistencia física.Quizás los responsables de garantizar el buen estado de los efectivos policiales deberían focalizar la atención en los que ya están prestando servicio en la fuerza, muchos de los cuales, según se puede apreciar a simple vista, no reúnen las condiciones físicas mínimas para actuar con la agilidad requerida, por ejemplo, para perseguir a un delincuente en situación de fuga. 



Si los abusos existieron, y las bajas declaradas como "voluntarias” no fueron tales sino forzadas, la situación de los aspirantes excluidos deberá ser revisada.Pero el problema de fondo es la presunta continuidad de estas costumbres autoritarias en la preparación de los futuros policías. Las autoridades, antes de repetir la versión de los instructores sin constatar lo que realmente aconteció, deberían abrir una investigación, y en caso de verificarse la veracidad de las denuncias, condenar esas prácticas públicamente, prohibiendo al mismo tiempo su persistencia como método de "entrenamiento”.


El Ancasti
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