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Durísima Derrota

Escrito por Agenciadenoticiaselnevado el lunes, 25 de agosto de 2014 | 9:00 a.m.

Marcas que le duelen a Boca: le llegaron dos veces y le hicieron tres goles

En la Bombonera, Boca sufrió una durísima goleada ante Rafaela y se fue silbado. 

Hay cuestiones anímicas que influyen, está claro. Pero también hay factores del juego y futbolísticos que permiten analizar este flojo presente de Boca , lejos del protagonismo que pretende su entrenador, distante del equipo que soñó Carlos Bianchi tras un nuevo recambio en el libro de pases. La goleada sufrida ante Atlético de Rafaela por 3-0, en la Bombonera, se puede explicar desde el funcionamiento, pero teniendo en cuenta los dos factores: pocas ideas para atacar y problemas para defender; desorden y más confusión en la adversidad. 


A Boca le duele cada contratiempo. Cuando intenta dar pasos hacia adelante, una leve brisa lo hace retroceder. Rafaela se puso en ventaja sin generar ninguna chance de gol. Fue por ese tiro libre de Mauricio Gómez que, tras un desvío en la barrera, se clavó como un puñal. Eso le bajó las fuerzas, lo terminó de nublar. 

Hay causas palpables que hacen crujir la estructura: el tiro libre que finalizó en gol del equipo de Sensini nació por una mano infantil del Cata Díaz, hasta ese momento el mejor jugador xeneize, incluso mostrando una performance bastante más elevada de la que acostumbró a entregar en los últimos partidos. El remate de Gómez que rebota en la barrera y descolocó a Orion. El segundo gol es con el equipo jugado, presionado por una Bombonera que gritaba en función de lo que "ponían los jugadores" y un desacople defensivo que dejó a Royón y Federico González contra un solo defensor xeneize. Y el tercero lo convirtió Pol Fernández, un futbolista del semillero xeneize que no era tenido en cuenta por el Virrey, pero que en el primer partido que Sensini lo había puesto como titular ante Independiente no rindió, y en la victoria ante Lanús ni siquiera ingresó. 

Boca, a lo largo del año y medio que está Bianchi, intentó con varias fórmulas y sistemas, cambiando nombres, pero más tarde o más temprano el equipo termina chocando con la falta de eficacia, tanto para atacar como para defender. 

Porque es cierto, como dijo Bianchi, que Boca generó peligro en la primera etapa, con un Gonzalo Castellani que se mostró mucho más participativo en el juego corto y las sociedades con Carrizo que Fernando Gago (ausente por lesión), pero el equipo no convirtió. Ese ímpetu no lo justificó en la red. Estuvo cerca con el centro de Zárate y el cabezazo de Calleri que desvió muy bien Conde. Y en la adversidad, después del primer gol de Rafaela, todo se le hizo cuesta arriba. Porque más allá de los cambios (los ingresos de Chávez por Gigliotti y de Luciano Acosta por Fuenzalida) Boca careció de claridad para el último pase y la definición. Bianchi no logró torcer el rumbo del partido. 

No hubo referentes que absorban la presión desde la influencia del juego y los nervios se notaron. Por eso se vio un lateral mal sacado por Grana y una pelota que inexplicablemente se le fue al lateral a Zárate. Fuenzalida patinándose más de lo debido en su debut como titular; Magallán, que ya tiene dificultades para jugar con la derecha, se acomodó un par de veces para jugar (y mal) con zurda; y Carrizo excediéndose en intentos individuales por la izquierda. 

En el medio de muchos errores no forzados, Rafaela aprovechó un contraataque nacido de un córner a favor de Boca y cerró la goleada con una asistencia de Montiel para el gol de Pol Fernández. La tarde terminaba de oscurecerse para el local. 

Boca es como un gigante que cada vez que intenta ponerse de pie vuelve a trastabillar ante la menor corriente negativa. Así, no consigue puntos de apoyo que le den confianza y credibilidad. 


Fuente: canchallena.com
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