Agustín Sal
sigue buscando a su hija Carolina
No
encuentran el cuerpo de la joven, que quedó atrapada entre el lodo y las
piedras. La familia será querellante en una causa para determinar quiénes son
responsables.
El
23 de enero, el río Ambato desbordó furia en forma de lodo y piedras sobre la
villa de El Rodeo. Se llevó mucho más que casas y autos. En poco menos que una
hora, arrasó con la vida de 12 personas. Una de ellas, Ana Carolina Sal,
continúa desaparecida. Su familia, aunque resignada a no encontrarla con vida,
no pierde las esperanzas de hallar el cuerpo.
Agustín
Sal, el padre de Carolina, contó a LA GACETA.com que la búsqueda está casi
detenida. "Hay muy poca actividad, y la mayor parte la hacen -en forma periódica-
los baqueanos de la zona. Con ellos mantengo contacto, pero hasta ahora no hubo
resultados. Al lugar no he vuelto, no sé si volvería", relata el hombre,
que en la tragedia perdió también a su suegra y a su cuñada.
El
día de la crecida, ocho personas -Agustín, su esposa, Eugenia; sus hijos, Ana
Carolina, Eugenia, Gonzalo y Agustín; Samuel (novio de Eugenia) y su cuñada
María Luisa- estaban en la casa veraniega que tenían en El Rodeo. Sus suegros
estaban en el anexo de la vivienda, que queda al frente.
El
relato que hace Agustín es estremecedor. "Escuchamos el ruido y nos
asomamos a ver qué pasaba, vimos que la crecida se nos venía encima -recuerda-.
En segundos, empezó a entrar agua, barro y piedras. Empezamos a luchar contra
la corriente agarrándonos de lo que podíamos. A medida que subía el agua, nos
fuimos separando. Vi a mis dos hijos agarrados de una ventana; a María Luisa,
de una cama. A Gonzalo, el menor, lo golpeó una piedra y se lo llevó el agua.
Lo encontramos a varias cuadras de la casa, arriba de un auto. Había conseguido
aferrarse a un colchón y eso lo salvó". El cuerpo de María Luisa apareció
12 kilómetros río abajo. Fue el primero que encontraron los rescatistas.
Toda
la escena no duró más de 40 minutos, afirma Sal, que sigue viviendo en Santiago
del Estero con su familia. El Rodeo, cuenta, es la villa turística en la que
pasaron innumerables vacaciones y fines de semana. "Ahora no
volvería", dice.
La
casa quedó destruida y el puente sobre el Ambato, que sirvió como dique para
desviar el agua hacia su vivienda, no ha sido modificado. Dos metros de barro y
piedras cubren lo que fue la casa de verano. "Fue un desastre natural, es
cierto, pero podría haberse evitado la pérdida de vidas. No hubo alertas, no se
tuvo en cuenta que el puente iba a desviar el agua hacia la casa, no se
hicieron defensas en las márgenes del río", enumera Sal.
La
familia se presentará como querellante en la causa que inició el Gobierno de
Catamarca para que se determine quiénes se hacen responsables por la tragedia.
"Pedimos al fiscal que investigue. La zona sigue en las mismas
condiciones, y si viene otra crecida puede pasar otra vez", insiste.
En
la página de Facebook "Justicia Para El Rodeo", la familia de
Carolina está volcando información sobre la causa e impulsando el reclamo de
que se investigue cómo se hicieron las obras, a quién correspondía organizar el
sistema de alarmas, entre otras medidas de seguridad que no se tomaron.
Carolina
Sal tenía 23 años, "y un espíritu muy grande", según contó Agustín.
Estudiaba Administración de Empresas y era voluntaria en dos organizaciones que
hacían obras de caridad. Había regresado hacía cuatro días de un viaje por
Bolivia y Perú. Sus padres la habían ido a buscar a La Quiaca para ir de
vacaciones juntos a El Rodeo. "Estaba feliz, había sido un viaje
hermoso", recordó su padre.
Fuente:www.launiondigital.com.ar