Origen del día del Pediatra.
El día Nacional de la
Pediatría se instauró el 20 de octubre de 1911, día en el que se fundó la
Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)
Vaya nuestro homenaje a todos los pediatras de nuestro
Departamento en su día.
Les quería contar una historia sobre alguien a quien se
considera el padre de la pediatría
Empecemos por contar la historia de un maestro: Janusz
Korczak, y sus niños, como un símbolo que condensa, en la historia, el tema de
la crueldad humana.
La historia tiene sus héroes, y sus héroes configuran la
historia, y también, a lo largo del tiempo, pasan a constituir el eje de un
mito de un pueblo, de una nación o de la humanidad entera.
Él decía...“Lo más fácil es morir por un ideal, con un punto
final en una tumba de flores. Lo verdaderamente difícil es vivir con y para un
ideal, día tras día, año tras año, una vida entera”.
En este caso, ser un médico querido por sus enfermos, y morir
respetado por todos no es tan difícil. Lo difícil fue vivir por un ideal, en
este caso de Justicia (y de piedad), y mantenerlo incluso a costa de su vida,
en bien de los niños.
Wasserstug escribió acerca de Janusz: “Para él, la niñez era
el hombre mismo. El niño era la clave de todo lo humano y deseaba liberar al
niño de la dictadura del adulto”.
Él no tuvo hijos y albergó en una institución para niños
pobres, los niños que consideró sus hijos: en el orfanato de la calle
Kroshmalna Nª 92.
Se lo describe así: “Yo lo he visto de cerca en su rol de
padre y pedagogo. Lo he visto bañarlos y limpiarles los zapatos, compartí sus
tristezas, sus inquietudes y sus alegrías. Su dolor por los niños enfermos,
cuando en punta de pie vigilando de noche a los afiebrados; arreglando las
frazadas y almohadones desordenados, en el inquieto sueño, como un ángel
guardián”. Vino la guerra y esta historia terminó a partir de agosto de 1942,
cuando el Doctor Korczak acompañó a sus doscientos niños a las cámaras de gas
de Treblinka. No iba a dejar a los niños en la soledad de la muerte. Pasó por
las calles de Varsovia con su delgada figura llevando de cada mano a uno de
ellos, en formación de cuatro. Con el doctor a la cabeza “nada malo puede
pasarles”. Así conjuraba el Mal y a la muerte misma.
El 5 de agosto (o 6 de agosto según otra fuentes) los
soldados alemanes llegaron al Getto para recoger a 192 huérfanos (algunas
fuentes mencionan que fueron 196) y a una docena de empleados del orfelinato
para llevarlos al campo de exterminio en Treblinka. A Korkzac le fue ofrecido
santuario en el "Aryan side" de Varsovia pero lo rehusó repetidas
veces pues decía que no podía abandonar a sus niños y que sólo aceptaría la
oferta si se le permitía llevar consigo a sus niños. De este modo, el día
señalado los niños vestidos con sus mejores ropas y cargando su juguete o libro
favorito caminaban en procesión junto a Korkzac hacia a punto de embarque,
rumbo a los campos de la muerte. Joshua Perle, un testigo del hecho describió
el evento:
"Janusz Korczak y los niños" en Yad Vashem"...
había ocurrido un milagro, doscientos niños que no lloraban, doscientas almas
puras condenadas a la muerte y no derramaban una lágrima. Ninguno trato de
huir, ninguno trato de escapar. Tragando su dolor se aferraban a su maestro y
mentor, a su padre y hermano Janusz Korczak, quien los protegería. Janus
Korckzak marchaba con la frente en alto, sosteniendo la mano de uno de sus
niños, no llevaba sombrero, tenía una correa de cuero alrededor de su cintura y
calzaba botas altas. Los doscientos niños meticulosamente y prolijamente vestidos
seguían a las enfermeras hacia el altar (...). Por todos lados, los niños
estaban rodeados de alemanes, ucranianos, y en ese momento también por la
policía judía quienes les lanzaban golpes con las macanas o garrotes y les
disparaban con armas de fuego. Las misma piedras de la calle lloraban en
silencio al ver la procesión."
Según una leyenda popular, cuando el grupo de niños
finalmente llegó al punto de embarque, un oficial de la SS reconoció a Korckzac
como el autor de uno de los libros favoritos de sus hijos y le ofreció ayuda
para escaparse, sin embargo una vez rechazo la oferta y abordo el tren con sus
niños, tras lo cual nunca más se supo de él.
Tiempo después, se iniciaron rumores de que el tren había
sido desviado y que Korkzak y sus niños habían sobrevivido al holocausto. No
obstante, no se encontraron fuentes verificables de esta historia y lo más
probable es que tanto él como los niños hayan sido asesinados en la cámara al
arribar a Treblinka. En el cementerio Powązki de Varsovia se le ha dedicado un
mausoleo conmemorativo.